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Diferencia entre pH y acidez en los alimentos, no es igual.

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Si alguna vez te has preguntado por qué un limón te hace fruncir la cara pero un yogurt ácido no tanto, o por qué algunas etiquetas dicen “acidez titulable” mientras otras hablan de “pH bajo”, estás en el lugar correcto. La diferencia entre pH y acidez en los alimentos puede parecer un tecnicismo de laboratorio, pero créeme, si cocinas, conservas alimentos o simplemente quieres entender qué tan fresco está ese jugo que olvidaste en el refri… esta diferencia importa, ¡y mucho!

La diferencia entre pH y acidez en los alimentos, importa y mucho.

A ver, ¿cuántas veces has escuchado que un alimento “tiene un pH bajo” y que eso lo hace súper ácido? O que “la acidez está bien balanceada” y todo el mundo asiente como si entendiera. Bueno, es momento de ponerle orden al asunto porque pH y acidez no son exactamente lo mismo. De hecho, confundirse con esto es más común que meter una cuchara de metal en el microondas (no lo hagas, por cierto).

Vamos directo al grano: el pH mide cuán ácida o alcalina es una sustancia basándose en la concentración de iones de hidrógeno (H⁺), mientras que la acidez—específicamente la acidez titulable o total—te dice cuántos ácidos hay realmente ahí, sin importar su fuerza. Dicho de otra forma: el pH es como medir la intensidad del picante de una salsa, y la acidez sería contar cuántos chiles le pusiste.

Esto importa porque, aunque dos alimentos tengan el mismo pH, pueden tener cantidades muy distintas de ácidos. Un jugo de naranja y un refresco pueden tener un pH similar, pero muy diferentes niveles de acidez total. En la industria alimentaria, esto puede afectar desde el sabor hasta la seguridad del producto. Por ejemplo, los valores de pH inferiores a 4.6 son clave para prevenir el crecimiento de Clostridium botulinum, esa bacteria que puede convertir una conserva casera en una ruleta rusa microbiológica.

¡pH, el rockstar de la acidez activa!

Cuando hablamos de pH, nos referimos a una escala que va de 0 a 14: los valores por debajo de 7 son ácidos, 7 es neutro (como el agua pura) y los superiores a 7 son alcalinos. Pero no todos los ácidos se comportan igual. Por eso, el pH no nos cuenta toda la historia, solo nos da una instantánea de qué tan «agresivo» es un medio en ese momento, o más técnicamente, cuánto está «actuando» ese ácido gracias a los H⁺ sueltos.

Tomemos como ejemplo el vinagre y el ácido cítrico. Ambos pueden tener un pH similar, pero dependiendo de su concentración, pueden afectar de formas distintas un alimento o una receta. El pH es muy útil cuando queremos saber si un alimento es seguro (como en conservas), pero no nos dice cuánta cantidad de ácido tenemos, solo cuánto de ese ácido está “jugando” en el campo.

Una curiosidad divertida es que alimentos como el kétchup tienen un pH bajísimo (entre 2.0 y 2.6), pero nadie diría que son súper ácidos al gusto. En cambio, hay jugos que, con un pH más alto, nos hacen poner cara de limón. ¿Por qué? Porque la sensación de acidez también depende de qué tipo de ácidos hay y cuántos. Es ahí donde entra en juego la acidez total.

Entonces, si pensabas que pH y acidez eran lo mismo, ¡sorpresa! Uno mide la fuerza del golpe, y el otro cuántos puñetazos vas a recibir. Literalmente.

Acidez total: ¡La cuenta completa del ácido!

Aquí es donde entramos a la parte jugosa de la historia: la acidez titulable, también llamada acidez total. Esta es la medida de todos los ácidos presentes en un alimento o bebida, sin importar si están activos o no (es decir, sin importar si están liberando H⁺ en ese momento). ¿Por qué esto es útil? Porque algunos ácidos son muy tímidos: no liberan muchos H⁺, pero siguen estando ahí y afectando el sabor, la textura, la conservación… y hasta la etiqueta del producto.

En el laboratorio, esta medición se hace con una valoración ácido-base: se agrega una base fuerte (como NaOH) al alimento hasta neutralizar todos los ácidos presentes, y se mide cuánto se necesitó. Este proceso nos da una visión mucho más completa del contenido ácido real. Es como contar todos los ingredientes de una receta, no solo los que puedes oler.

En jugos, vinos y lácteos, esta medida es clave. Por ejemplo, el ácido láctico en la leche puede indicar contaminación bacteriana. En jugos, la presencia de ácido málico o tartárico puede ayudar a detectar si se mezclaron frutas o si hay algún tipo de adulteración. También influye en la etiqueta nutricional y en cómo debe almacenarse ese alimento.

Así que, la diferencia entre pH y acidez en los alimentos no solo es un capricho químico: es una herramienta poderosa para garantizar calidad, seguridad y sabor. Porque no queremos un jugo que sepa raro o una conserva que nos mande directo al hospital, ¿verdad?

Aplicaciones cotidianas de la diferencia entre pH y acidez en los alimentos, ¿Qué tan ácido es tu refri?

No necesitas ser químico para aprovechar esta información. Muchas veces, la percepción de acidez nos ayuda a detectar si algo sigue fresco o si ya cruzó la línea de “mejor no arriesgarme”. ¿Nunca te ha pasado que hueles leche y dudas, pero cuando la pruebas confirmas tus sospechas? Ese sabor agrio viene del aumento en la acidez total, producto de bacterias que han estado trabajando horas extra.

En casa, puedes usar medidores de pH portátiles si haces fermentos, kombucha, encurtidos o conservas. Un pH por debajo de 4.6 es generalmente seguro para evitar patógenos como C. botulinum. Pero si estás más en plan de explorar sabores, entender la acidez total puede ayudarte a balancear recetas, ajustar dulzura y hasta evitar que un postre sepa a vinagre sin querer.

En el mundo profesional, los laboratorios utilizan sensores de pH, valoradores automatizados y hasta balanzas analíticas para asegurar que los productos cumplan con normativas estrictas. Porque, seamos honestos, nadie quiere que su mermelada de fresa se convierta en una bomba de ácido sorpresiva.

Ah, y si trabajas con alimentos fermentados, ¡ojo! El pH puede parecer bajo y darte una falsa sensación de seguridad, pero sin medir la acidez total podrías estar omitiendo ácidos no detectables en la escala de pH. Así que sí, ambos parámetros van de la mano.

pH y acidez no es lo mismo, pero van de la mano.

El pH te dice cuán ácida se siente una muestra en ese momento, mientras que la acidez total te dice cuántos ácidos están realmente ahí, en cualquier forma. Y la diferencia entre pH y acidez en los alimentos puede ser la diferencia entre una conserva deliciosa y una que debería quedarse cerrada para siempre.

En el mundo de los alimentos, entender estos conceptos permite a productores y cocineros asegurar sabor, frescura y seguridad. Desde detectar si una leche se echó a perder, hasta garantizar que una mermelada casera no se vuelva una amenaza biológica, estos dos conceptos trabajan como Batman y Robin en la lucha contra lo insípido, lo inseguro y lo incompleto.

Así que la próxima vez que leas “pH 3.5” o “acidez 0.8%” en la etiqueta de un producto, ya sabrás que hay ciencia detrás de ese número. Una ciencia que no solo protege tu salud, sino que también afina el sabor de tu comida favorita.

Y si eres de los que hacen kombucha en casa, ahora tienes una excusa más para comprarte ese medidor de pH que viste online. Solo recuerda: el pH puede decirte si estás en la zona segura, pero la acidez total te dirá si sabe bien… o si necesitas repensar tu receta.

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