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¿No puedes saborear la acidez? OK, acidez en el aceite de oliva.

Acidez en el aceite de oliva portada

Ahora que estamos todos en la misma página, hablemos de la confusión más común. Mucha gente cree que si un aceite de oliva “pica” en la garganta o es muy intenso, es porque tiene más acidez. Spoiler alert: eso no tiene nada que ver. La acidez en el aceite de oliva nos dice otros datos importantes.

La acidez no es un sabor. No es como el dulce, el salado o el amargo. No puedes detectarla con la lengua, ni aunque seas un supercatador con capa y paladar de oro. La única forma de saberla es a través de un análisis químico que, a menos que tengas un laboratorio en casa (y si lo tienes, ¡qué envidia!), vas a tener que confiar en lo que dice la etiqueta.

Entonces, si no puedes saborear la acidez, ¿por qué importa tanto? Porque es una señal clara de que ese aceite viene de aceitunas bien cuidadas y frescas. Así como puedes notar la diferencia entre una manzana recién cortada y una que lleva una semana triste en el frutero, lo mismo pasa con las aceitunas.

Un aceite con baja acidez es el resultado de una cadena de decisiones correctas: recoger las aceitunas en el momento justo, transportarlas rápido, procesarlas bien y no dejarlas oxidarse. Todo esto se traduce en un aceite más limpio, más puro y con mejores características organolépticas (esa palabra rimbombante que usan los expertos para decir «que huele y sabe bonito»).


Tipos de aceite: el juego de los porcentajes en la acidez en el aceite de oliva.

Hablemos de números. (¡No huyas todavía, prometo hacerlo divertido!) Cuando miras una etiqueta de aceite, a veces ves una cifra de acidez que puede parecer misteriosa. Pero te juro que entenderla es más fácil que calcular cuánto deja de propina alguien que no quiere pagar el 10%.

Mira esto:

  • Aceite de oliva virgen extra (AOVE): acidez máxima de 0.8%. Este es el rockstar del aceite. La Beyoncé del olivo. El que quieres tener en tu cocina.
  • Aceite de oliva virgen: entre 0.8% y 2%. Aún decente, pero ya no tan top. Digamos que es como ese amigo que hace las cosas bien, pero a veces se le olvida cargar su celular.
  • Aceite de oliva (a secas): hasta 1.5% de acidez… pero con truco. Este está mezclado con aceite refinado. Lo puedes encontrar como «suave» o «intenso», pero ese nombre no te dice nada sobre su calidad real.

¿La gran diferencia? La cantidad de ácidos grasos libres. Estos se forman cuando las células de la aceituna se dañan: porque se cosechó tarde, porque se golpeó en el transporte o porque el aceite se quedó oxidándose en algún tanque olvidado.

Así que, ya sabes: si quieres un aceite que huela a campo verde, a tomate fresco y a tardes de octubre (sí, eso existe), apunta al AOVE con baja acidez. Todo lo demás… es solo marketing con un poco de grasa.


¿Y entonces cuál es “el mejor aceite”?

Ok, pongamos esto en perspectiva.

La gente a veces se obsesiona con el número de acidez como si fuera la puntuación de un examen. Y aunque sí, la acidez en el aceite de oliva es importante, no lo es todo. Un AOVE con 0.2% puede ser insípido si no tiene buen sabor o aroma. Y uno con 0.7% puede ser una sinfonía de hierbas, frutas y picor controlado.

Pero si solo tuvieras un dato para confiar, hazlo con la acidez. Es la señal más clara de que se hizo un buen trabajo en la almazara (la fábrica donde se extrae el aceite). No hay trampa ahí.

Por eso, cuando veas aceites que presumen “0.1% de acidez”, recuerda que eso no significa automáticamente que es delicioso… pero sí que es un aceite bien hecho. Y eso ya es medio camino andado.

Ahora, si quieres jugar en la liga profesional, prueba los aceites de cosecha temprana. Son como los vinos reserva: más intensos, más complejos, y sí, más caros. Pero valen cada centavo. AOVE de Romero Verde, por ejemplo, es como una obra de arte embotellada. Notas de alcachofa, hierba recién cortada, tomate verde… vamos, ¡hasta da pena freír un huevo con él!


Últimas palabras: el aceite bueno no arde, emociona

Así que ahí lo tienes. La próxima vez que agarres una botella de aceite en el súper, no te dejes llevar por la etiqueta brillante o los dibujitos de aceitunas felices. Mira la acidez en el aceite de oliva. Eso te va a contar más de su historia que cualquier eslogan publicitario.

Y si alguien en tu próxima comida familiar empieza a hablar de lo “intenso” que es su aceite de oliva de 4 euros, ya sabes qué decirle: “Hermano, la intensidad está en el sabor. La acidez, solo en el laboratorio.”

Porque sí, todos podemos freír unas papas o hacer una vinagreta. Pero si lo haces con un buen aceite, de baja acidez, con alma de campo y proceso impecable… estás jugando en otra liga.

Y no, no necesitas una colección de aceites como si fueran vinos (aunque… tampoco suena mal). Basta con que sepas leer esa etiqueta, entiendas lo que dice, y elijas el que realmente te da calidad.

Ahora ve, revisa ese aceite que tienes en casa. ¿Ya viste la acidez? No me digas… ¿ni siquiera lo habías notado antes? Tranquilo, ahora ya sabes qué buscar.

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